México se encuentra nuevamente en una encrucijada histórica con su poderoso vecino del norte, y un punto de profunda fricción ha sido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). A pesar de las discusiones técnicas, existen razones más profundas que explican los enfrentamientos, y lecciones a rescatar para el interés nacional.La firma del TLCAN fue un hecho histórico no solamente porque fue el primer tratado comercial que unía a tres grandes economías asimétricas, sino porque ha sido uno de los pocos tratados que implica el acercamiento de dos culturas muy distintas: la anglosajona y la mestiza, la occidental y la latinoamericana, la norteamericana y la mexicana. Su realización significó romper de la noche a la mañana con más de doscientos años de desconfianza y conflicto entre México y EUA, trayendo beneficios económicos (comercio), sociales (inmigración), y políticos (alianza). Sin embargo, precisamente la diferencia cultural ha sido la principal debilidad del TLCAN en tiempos de resurgimientos etno-nacionalistas. El politólogo estadounidense Samuel Huntington, en su libro “El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”, lo advertía en 1996: “… el intento de los Estados Unidos y Canadá de absorber a México en el área de Libre Comercio de América del Norte es un proceso cuyo éxito a largo plazo dependerá en gran medida de la capacidad de México para redefinirse culturalmente de América Latina a América del Norte”. Nuestro país, a pesar de sus raíces occidentales derivadas de la hispanidad, tiene una cultura única y distinta, producto del mestizaje, siendo un referente para el resto de la civilización latinoamericana. Por ello, nuestro “fracaso”. Peor aún: no solo no nos volvimos más norteamericanos, sino los norteamericanos se volvieron más mexicanos con los alrededor de 35 millones de paisanos viviendo en EUA. Y por ello… Donald Trump.Muy difícil haber previsto lo anterior. Sin embargo, cometimos la ingenuidad de pensar que la entrada al TLCAN iba a solucionar nuestros problemas. Europa Occidental y Asia del Este, en su trayecto al desarrollo, se enfocaron primeramente en consolidar sus respectivos Estados mediante la construcción y profesionalización burocráticas, abriendo después parcialmente sus mercados a productos extranjeros de alto valor agregado para aprender el “cómo”, continuaron con la implementación de agresivas políticas estatales para crear las empresas que copiarían y perfeccionarían dichos productos, y finalmente abrieron sus mercados para competir. En México, simplemente no planeamos: nos abrimos rápidamente al comercio internacional teniendo un serio déficit de burócratas de carrera, imposibilitándonos impulsar políticas de Estado para aprender, copiar, innovar y crear campeonas nacionales que pudiesen competir contra lo mejor del mundo.La renegociación y expansión de acuerdos comerciales son respuestas que, aunque necesarias, no resolverán el problema estructural que tenemos. Nuestra imperiosa tarea debe ser la construcción de un fuerte y democrático Estado mexicano a través de burocracias altamente especializadas y competentes. En un mundo que nos demuestra constantemente sus peligros, necesitamos un país fuerte representado en un Estado consolidado.@FernandoNGE