“Es una anécdota sin importancia… Andaban distraídos”, dijo la Presidenta Claudia Sheinbaum, sobre el desaire de los que, por tomarse la foto, se olvidaron de saludar a la Presidenta. No estaban en la bola, estaban ahí, delante de todos, aislados de la perrada, con sillas especiales en el pasillo por donde iba a pasar la Presidenta saludando, y se distrajeron. Por andarse tomando la foto con Andy López Obrador le dieron la espalda a la Presidenta.¿Es realmente una anécdota sin importancia? Eso depende de la Presidenta. Si ella no le da importancia, no la tendrá. Lo que vimos el domingo no fue eso. No sólo le dolió el desaire, lo hizo patente brincándose de todas las maneras posibles el contacto con el hijo del ex presidente López Obrador.No es gratuito que quienes le dieron la espalda son nada menos que los líderes parlamentarios de la coalición, los mismos que le dieron para atrás a la prohibición del nepotismo, la única reforma auténticamente de Sheinbaum. Ante el fracaso parlamentario, la Presidenta propuso que la reforma aplique en su partido desde la elección de 2027 y no hasta 2030, como finalmente se aprobó. Los líderes de Morena, su partido, Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán, no han dicho esta boca es mía respecto a las restricciones que quiere imponer la Presidenta.Todo puede quedar efectivamente en una anécdota sin importancia si la Presidenta así lo desea. No fue eso lo que pareció en los videos de los saludos posteriores. Las disculpas, hechas públicas a través de diversas redes sociales, tampoco son una anécdota sin importancia. Que lo hayan hecho refleja el tamaño de la preocupación por el enojo de Sheinbaum.Como la mayoría de las cosas en política, es el tiempo el que dirá si el desaire quedó sólo en una anécdota o es la palanca que usará la Presidenta para hacerse sentir en el partido. El poder, como las células, se reproduce por mitosis. Es cierto, todos vienen de un mismo grupo, pero esos grupos se parten en la medida que surgen nuevos núcleos. El obradorismo no es, ni puede ser, unívoco. La célula madre se reprodujo; esa es la condición para el crecimiento. Y aunque los nuevos núcleos compartan ADN político, no son lo mismo. Por más que López Obrador haya dicho que Adán era como su hermano y Claudia como su hija, el único que es familiar es Andy. Conforme pasen los meses y los años, el obradorismo tendrá cada vez más rostros, algunos incluso irreconocibles.Nada tiene importancia hasta que la adquiere. Una anécdota es importante no por el suceso en sí mismo, sino por cómo se cuenta. La del domingo está por escribirse. En dos años, en el momento de definición de las candidaturas de Morena para la elección intermedia, sabremos si lo que pasó en el Zócalo fue un punto de quiebre o si fue, efectivamente, sólo una anécdota sin importancia.diego.petersen@informador.com.mx