Aunque parezca una impensable, en algún momento Guadalajara dejará de crecer. Parece una locura hablar de ello porque la ciudad lleva casi cinco siglos creciendo año con año y de manera cada día más desordenada. Nos cuesta trabajo imaginar que un día la ciudad detendrá esa expansión.Los modelos predictivos coinciden en que Guadalajara estabilizará su población en alrededor de ocho millones de habitantes en la década de los años cuarenta del siglo XXI, justo cuando la ciudad esté cumpliendo sus 500 años. El primero en plantear este horizonte de tiempo como una oportunidad para pensar la ciudad fue el arquitecto y urbanista Fabián Medina y muchos otros como Francisco Pérez Arellano o quienes hoy integran la organización ciudadana Guadalajara 500 están en ello.Cuando una ciudad deja de crecer es un momento privilegiado para repensarla. Si ya tenemos el horizonte definido, si por primera vez en la historia de la ciudad no tendremos que pensar el desarrollo urbano en función de perseguir la necesidad del crecimiento resulta más que pertinente la pregunta de qué ciudad queremos.En el Censo de 2020 la Zona Metropolitana tenía cerca de 5 millones 300 mil habitantes. Es probable que en el conteo intercensal que se llevara a cabo el próximo mes la ciudad estará ya más cerca de los seis millones y que en los próximos 25 años la ciudad, a un ritmo de 80 mil o un poco menos nuevos habitantes más por año (más por migración que por reproducción) llegue a la cifra estimada. Dos millones más es un montón de gente que requerirá vivienda y servicios. Seremos una población cada día más avejentada: comenzarán, por ejemplo, a sobrar escuelas y a faltar hospitales y asilos.Tener este punto en el horizonte debería guiar las decisiones que nuestros políticos tienen que tomar hoy. Valgan algunos ejemplos. Si vamos a reestructurar el SIAPA hay que hacerlo pensando en un organismo que tiene que abastecer a ocho millones de habitantes pero que no tendrá más agua disponible que la que hay ahora. El reto de este nuevo organismo no solo es llevar agua de calidad a donde hoy no llega, sino bajar el consumo promedio a 150 litros por habitante al día (hoy estamos arriba de 200). ¿Dónde vamos a construir la vivienda para estos dos millones de tapatíos por venir?, ¿Seguimos el crecimiento en estrella en cotos cerrados o buscamos nuevas alternativas, más compactas y eficientes?, ¿Cómo nos vamos a mover?, ¿Tienen sentido hacer segundo pisos en esa ciudad? Tenemos una oportunidad de oro para pensar la ciudad y no dejarla solo a la inercia de los mercados y las urgencias políticas en turno.