¿Quién es Hugo Aguilar Ortiz, el próximo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? La mayoría de los perfiles destacan su origen indígena, un mixteco la zona serrana de Oaxaca que estudió derecho en la Universidad Benito Juárez de ese estado tras haber conocido a un abogado que defendía a los indígenas que no hablaban español. Hizo una maestría en esa misma universidad y ha dedicado su vida profesional a la defensa de los pueblos originarios, primero como abogado litigante, luego como asesor y finalmente como funcionario desde el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. Su campaña a la Corte se centró justamente en su carácter indígena con el lema “Ya nos toca”.Neldy San Martín y Guadalupe Fuentes, de Animal Político, destacan un rasgo menos difundido, y poco presumido por el abogado mixteco: como coordinador general de Derechos Indígenas del INPI, Hugo Aguilar se encargó de coordinar las consultas de los megaproyectos de López Obrador, particularmente las del Tren Maya y las del corredor Interoceánico que atraviesa el Istmo de Tehuantepec.Comunidades indígenas de la zona sur de Campeche, particularmente la de Ixpujil, en Calakmul, acusaron a Aguilar de haber manipulado las asambleas, de ir a las comunidades a hablar solo de las bondades del tren y no de los efectos ecológicos de la obra. Las asambleas fueron, de acuerdo con relatores de Derechos Humanos de la ONU, propagandísticas y sin metodología alguna para consultar el sentir de las comunidades. Dicho de otra manera, cuando se trató de decidir entre las comunidades indígenas y los proyectos del gobierno para el que trabajaba, el próximo presidente de la Corte no tuvo duda dónde estaba su amor y su interés.La llegada de una mirada indígena a la presidencia de la Corte es sin duda una muy buena noticia, pero no basta. A Hugo Aguilar, al igual que a las y los ocho ministros que llegarán junto con él, no hay que exigirles compromiso con su origen sino con el tamaño de su responsabilidad, y sobre todo, hay que exigirles lealtad a la Constitución antes que a un proyecto político. Las llamadas ministras morenistas, Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, particularmente las dos primeras, se han distinguido por votar invariablemente por los intereses del movimiento político de la presidencia de la república antes que por la defensa del estado de derecho.Todos los presidentes han escogido perfiles que creen que les son afines. Algunos, como le sucedió a Calderón con Zaldívar o a López Obrador con González Alcántara y Ríos Farjat, se salen del huacal.Salvo las tres ministras que repiten en su cargo, los otros candidatos ganadores todos fueron propuestos por el Poder Ejecutivo y todos estaban en los acordeones de Morena. ¿Tendrán Aguilar y los otros nuevos ministros altura de miras para votar con independencia? Es poco probable, pero como ya vimos, algunos dan la sorpresa.
