Durante años, se ha difundido la creencia de que las emociones negativas, como la tristeza, la depresión o el estrés, podrían ser causas directas del cáncer. Sin embargo, aunque las emociones influyen en la salud general, los especialistas aclaran que no existe evidencia científica que relacione de forma directa los estados emocionales con la aparición del cáncer.La idea de que el cáncer puede surgir por “guardar sentimientos” o “no expresar el dolor” tiene raíces antiguas. En distintas culturas, se ha asociado el bienestar emocional con la prevención de enfermedades físicas, y aunque esta conexión es parcialmente cierta, los expertos enfatizan que el cáncer no se origina por emociones negativas, sino por mutaciones genéticas en las células. Estas mutaciones pueden ser consecuencia de factores biológicos, ambientales o hereditarios, pero no de un estado emocional en particular.De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional del Cáncer (INC), los principales factores de riesgo comprobados son el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, la exposición prolongada al sol sin protección, la contaminación ambiental y las infecciones por virus como el del papiloma humano (VPH) o la hepatitis B y C.En palabras del oncólogo mexicano Dr. Raúl Martínez, “las emociones pueden afectar el sistema inmunológico y la respuesta del cuerpo ante una enfermedad, pero no son la causa del cáncer. Lo que sí ocurre es que el estrés crónico o la tristeza profunda pueden debilitar las defensas, y eso complica el tratamiento o la recuperación del paciente”.El estrés, en niveles moderados, es una respuesta natural del cuerpo. Sin embargo, cuando se vuelve constante, puede generar alteraciones hormonales, inflamación y trastornos del sueño, lo que impacta la salud en general. Aunque no “crea” células cancerígenas, puede influir en cómo el cuerpo enfrenta el tratamiento oncológico, reduciendo la eficacia del sistema inmune o dificultando la adherencia a las terapias. Por eso, los especialistas recomiendan incorporar prácticas de manejo emocional como la meditación, el ejercicio, la terapia psicológica o el apoyo grupal.Diversos estudios muestran que los pacientes con una actitud positiva y redes de apoyo emocional sólidas tienden a sobrellevar mejor los tratamientos, presentan menos efectos secundarios y reportan una mayor calidad de vida.Según la psicooncóloga Dra. Laura Jiménez, “la salud mental no previene el cáncer, pero sí es clave en la recuperación. Un paciente que maneja bien sus emociones afronta el proceso con más fortaleza y adherencia al tratamiento”.La tristeza o el estrés no causan cáncer, pero sí pueden afectar la manera en que el organismo responde ante la enfermedad. Cuidar la salud emocional no solo mejora el bienestar general, sino que también fortalece el cuerpo frente a los retos del tratamiento y la recuperación.BB