Existe una frase que dice “Nunca vuelvas a donde fuiste feliz”, proveniente de un poema del español Félix Grande. Ésta frase popular sugiere no volver a aquellos lugares en donde alguna vez se fue feliz con una persona que ya no está -generalmente refiriéndose a ex parejas- pero, ¿por qué no hay que volver?Para entenderlo hay que conocer el poema completo: "Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás: el tiempo habrá hecho sus destrozos levantando su muro fronterizo contra el que la ilusión chocará estupefacta". Ésto sugiere que al revisitar ciertos sitios que simbolizan buenos momentos, puede cambiar la impresión que tenemos de éstos, e incluso decepcionarnos. (¡Ojo! La frase también se puede aplicar para volver con un ex).La respuesta reside en la inevitable confrontación entre la realidad actual y la perfección idealizada de nuestros recuerdos.La memoria humana es un artista caprichoso que embellece y magnifica los momentos del pasado. Los recuerdos felices tienden a mejorar con el tiempo, convirtiéndose en hitos de perfección en nuestra mente. Sin embargo, estos recuerdos no son más que una interpretación subjetiva, una versión embellecida de lo que realmente ocurrió.Enfrentarse a la realidad del cambio puede ser un proceso doloroso. Los lugares cambian, las personas evolucionan y las circunstancias se transforman. Regresar a un sitio que una vez fue un santuario de felicidad puede resultar en una experiencia desalentadora, donde la ilusión se estrella contra el muro implacable del tiempo. Lo que una vez fue un paraíso personal puede ahora parecer un reflejo distante y deslucido de su antigua gloria.Preservar el recuerdo intacto puede, en muchos casos, ser más reconfortante que enfrentarse a la realidad del cambio. Mantener esos momentos inalterados en nuestra memoria nos permite acceder a una fuente constante de consuelo y alegría. Es un refugio mental al que podemos acudir en tiempos de incertidumbre, un lugar donde la felicidad permanece inquebrantable.En última instancia, la verdadera sabiduría reside en apreciar la belleza del momento presente mientras atesoramos los recuerdos del pasado, sin intentar forzar una repetición que podría desvanecer la magia de lo que una vez fue. MR