Las jacarandas y los cerezos sakura son árboles que, con su espléndida floración, transforman los paisajes urbanos, pero sus orígenes y características los hacen profundamente distintos. Pertenecientes al género Jacaranda de la familia Bignoniaceae, nacen en Sudamérica, especialmente en Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. Su adaptabilidad ha permitido que se diseminen por el mundo, alcanzando lugares como México, donde se han convertido en un ícono de la primavera en la Ciudad de México, y otros países como Australia, Sudáfrica y Estados Unidos. Las jacarandas florecen principalmente en primavera, entre marzo y abril, y en climas tropicales pueden hacerlo dos veces al año. Su floración, de un vibrante color lila o violeta, cubre las calles con racimos acampanados de flores. En México, este árbol no solo es un símbolo primaveral, sino también un presagio de la Semana Santa. En otras partes del mundo, como en Argentina y Sudáfrica, también se celebra como un indicador del cambio de estaciones y la renovación de la naturaleza. Del género Prunus en la familia Rosaceae, tienen su hogar en Asia, principalmente en Japón, China y Corea. En Japón, los sakura son mucho más que un árbol: son un emblema cultural y espiritual, con una simbología profunda que resalta la fugacidad de la vida, un concepto conocido como "mono no aware". La floración de los sakura, que ocurre a finales de marzo y principios de abril, es efímera, con las flores durando solo una o dos semanas antes de caer. Estas flores, en tonos que van desde el blanco hasta el rosa intenso, se agrupan en racimos con cinco pétalos y un centro prominente. Aunque los sakura han sido cultivados en otras partes del mundo, en Japón son celebrados mediante el festival hanami, un evento donde familias y amigos se reúnen para reflexionar sobre la naturaleza transitoria de la existencia. Las jacarandas en México llegaron gracias a Tatsugoro Matsumoto, un paisajista japonés que emigró a México a principios del siglo XX. Durante el mandato de Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), el presidente de la época quiso emular los cerezos japoneses en la Ciudad de México. Matsumoto sugirió, sin embargo, las jacarandas, ya que se adaptaban mejor al clima local, pero también ofrecían una floración similar, tanto en abundancia como en tonalidad. Desde entonces, las jacarandas se han convertido en una de las más hermosas señales de la llegada de la primavera en la capital mexicana. Aunque las jacarandas y los sakura comparten una característica visual impactante, con su explosión de color en primavera, las diferencias son notables. Ambos árboles pierden sus hojas en algunas estaciones y adornan calles, parques y jardines con su belleza. Sin embargo, los cerezos sakura están profundamente ligados a la espiritualidad japonesa, simbolizando la fugacidad de la vida, mientras que las jacarandas en México son más bien asociadas con la llegada de la primavera y el embellecimiento urbano. Así que tanto las jacarandas como los cerezos sakura son árboles deslumbrantes que enriquecen cualquier paisaje, pero sus orígenes, simbolismos y características de floración los hacen únicos y fascinantes a su manera. EE