Jueves, 20 de Noviembre 2025

'La noche eterna del BabyO': un viaje al corazón luminoso de Acapulco

Bajo la lente de Maillé, el club nocturno se transforma en metáfora: un lugar que supo renacer después de incendios, disputas y silencios

Por: Fausto Salcedo

La noche eterna del Baby’O no solo revive un ícono: lo examina. Lo cuestiona. Lo coloca en el contexto de un país que ha visto transformarse el turismo, las ciudades costeras, la vida nocturna y el concepto mismo de celebridad.  CORTESÍA

La noche eterna del Baby’O no solo revive un ícono: lo examina. Lo cuestiona. Lo coloca en el contexto de un país que ha visto transformarse el turismo, las ciudades costeras, la vida nocturna y el concepto mismo de celebridad. CORTESÍA

Antes de que las redes inventaran la fama instantánea, antes de que la vida nocturna se pulverizara en playlists, existía un sótano en Acapulco donde todo podía suceder. Era pequeño, oscuro, desbordante de luces y espejos, pero sobre todo de historias. Ese lugar era el legendario el Baby’O. Y ahora, ese mito regresa a la pantalla con "La noche eterna del Baby’O", documental dirigido por Emilio Maillé que revive, con nostalgia y lucidez, la discoteca más emblemática que marcó un antes y un después en la fiesta en México.

La producción original de N+ Docs llegará en exclusiva a ViX este 20 de noviembre, invitando a nuevas audiencias a sumergirse en el brillo, la música y los secretos que durante décadas hicieron del club un imán para celebridades, políticos y viajeros de todas partes del mundo. El proyecto cuenta con guión de Guillermo Osorno Covarrubias, fotografía de Ernesto Pardo, edición de Octavio Iturbe y David Torres, y producción ejecutiva de Marie Jeanne Kushfe, Dayana Rodrigues y Stacy Perskie, bajo el sello de N+ Docs en colaboración con Redrum.

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A lo largo de 110 minutos, el documental recorre la vida completa del Baby’O: su nacimiento en 1976, su ascenso como símbolo de exclusividad, sus noches imposibles —esas en las que Luis Miguel, Elizabeth Taylor, Michael Jordan, Bono o Sylvester Stallone podían coincidir bajo las mismas luces estroboscópicas— y su misteriosa caída, marcada por incendios, crisis y transformaciones sociales.

"El proyecto me llamó mucho la atención por dos razones. Una, que nunca conocí el Baby’O, y a mí me gusta hacer documentales —e incluso ficciones— sobre temas que no conozco", cuenta el director Emilio Maillé, platicando con EL INFORMADOR. "Siempre está bien hablar de lo que uno sabe, pero también está muy bien adentrarse a mundos que no manejas, con códigos y elementos diferentes. Eso me llamó mucho la atención. Y desde el principio también me llamó la atención que el Baby’O estuviera en Acapulco, por lo que ha representado. Tampoco es que yo tenga una historia muy profunda o cercana con Acapulco. Entonces había dos elementos importantes para mí: dos mundos que no conocía y la idea de juntarlos".

"Desde el principio quedó claro que no se trataba solo de hacer un documental sobre el Baby’O, sino de ver cómo podíamos hablar de ambos: del lugar y de la ciudad. No es azar que el Baby’O nazca en Acapulco. Es muy fuerte pensar que la discoteca más conocida de México está en Acapulco y no en la Ciudad, por ejemplo. Esos elementos me llamaban mucho la atención y, desde el principio, junto con el equipo de N+ Docs, nos pareció evidente que tenía que ser un documental muy musical. La música está muy presente, permea y acompaña toda la historia".

El sótano donde se inventó la noche

El filme no reconstruye solo una discoteca: reconstruye una época. Un Acapulco que brillaba con fuerza propia, convertido en destino mundial de glamour, exceso y celebridad. Una ciudad que respiraba fiesta, mar y promesas. En esa memoria colectiva, el Baby’O fue un punto de encuentro, una bandera y un espejo. Más allá de la nostalgia, "La noche eterna del Baby’O" es un ensayo sobre la identidad. Bajo la lente de Maillé, el club nocturno se transforma en metáfora: un lugar que supo renacer después de incendios, disputas y silencios, y que ahora se vuelve símbolo involuntario frente a la devastación causada por el huracán Otis.

"No hay que romantizar el pasado, pero tampoco hay que caer necesariamente en la decadencia del presente. Todo va cambiando", dice Emilio Maillé. "Había un problema, y puede ser entendible: no hay muchos archivos de lugares nocturnos porque esos espacios, en principio, son privados. A mí me hubiera encantado encontrar mucho más material de lo que sucedía dentro del Baby’O, pero no existe tanto. En general, el material del mundo de la noche, de discotecas o antros, es escaso. De pronto hay cosas que logran pasar la barrera de lo cerrado, pero son pocas".

El documental coloca en el centro ese doble pulso: el del esplendor y el del daño; el de la fiesta y el de la fragilidad. En esa tensión, Acapulco aparece como una ciudad mítica, contradictoria, luminosa incluso en sus ruinas. Así lo explica el director: "Por eso también fue importante hacer imágenes de lo que es el Baby’O hoy. Sigue manteniendo una energía que a mí, que no lo conocí en sus grandes momentos sino ahora, me parece muy interesante. Una vez que estás dentro de esa bola de emociones y música, hay cosas visualmente muy poderosas. También incluimos muchas imágenes actuales", comparte.

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Un mito que se resiste a apagarse

La noche eterna del Baby’O no solo revive un ícono: lo examina. Lo cuestiona. Lo coloca en el contexto de un país que ha visto transformarse el turismo, las ciudades costeras, la vida nocturna y el concepto mismo de celebridad. Y en ese proceso, descubre que el Baby’O no era solo un club: era un relato compartido, una especie de memoria colectiva del lujo y la noche. Este 20 de noviembre, el mito regresa. Y regresa para recordarnos que, incluso en la oscuridad más profunda, hay lugares que siguen brillando en la imaginación mexicana.

"Lo fantástico es que un proyecto al que se le dedicó tanto tiempo pueda encontrar a su público. Su público dirá si le gusta o no. Este ejercicio que hacemos tú y yo de comunicar pone en el mapa algunas cosas del proceso, pero ya es del público. Sale y la gente decide", dice el director. "Me da mucho gusto, observándolo desde otro punto, que el documental tiene un ritmo muy impulsado por la música, que me gusta mucho. Hay algo gozoso, enérgico, que a pesar de contar momentos duros los cuenta con energía y deja una esperanza, una luz final donde las cosas pueden mejorar. Esa estructura y ese sentimiento del proyecto me gustan. Pero ya la gente dirá. Que la gente lo disfrute, porque la música está ahí todo el tiempo, presente, impulsando, llevando el ritmo como si fuera una noche en una discoteca", finalizó el director Emilio Maillé.

Emilio Maillé: un director que filma desde la memoria y el exilio voluntario

Nacido en Ciudad de México en 1963, Emilio Maillé es un cineasta con trayectoria internacional cuya mirada se ha construido entre México y Francia. Tras estudiar Letras Modernas y Estudios Cinematográficos en la Universidad de Paris-3, su carrera lo llevó a filmar para cine y televisión en países diversos, explorando temas que van desde la violencia y la poesía hasta la memoria urbana y los ritos sociales de la noche.

Sus obras se han presentado en festivales como la Mostra de Venecia, Locarno, Tokyo International Film Festival, el Festival Internacional de Cine de Cartagena, y el Festival Internacional de Cine de Morelia, consolidándolo como una voz singular dentro del documental hispanoamericano: íntima, reflexiva y profundamente interesada en el impacto cultural de los lugares.

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