Viernes, 27 de Diciembre 2024

Tras la muerte de Robin Williams, Hollywood respeta más la salud mental

Hoy se cumplen 10 años de que el histrión decidió quitarse la vida 

Por: EFE

Robin Williams. El actor fue uno de los presentadores de los Emmy Awards, en 2013. AFP

Robin Williams. El actor fue uno de los presentadores de los Emmy Awards, en 2013. AFP

La muerte de Robin Williams ocurrida hace 10 años -11 de agosto de 2014- conmocionó a Hollywood, especialmente cuando se supo que había sido un suicidio. Primero se achacó a una depresión pero después se supo que era sólo un síntoma de la demencia que padecía, lo que hizo abrir los ojos al mundo del cine sobre los problemas de salud mental.

Aunque sólo han pasado diez años, ha sido suficiente para que la mirada hacia los problemas de salud mental haya cambiado drásticamente y ahora ya resulta normal que gente tan famosa como Williams hable abiertamente de los trastornos que padecen.

Desde Selena Gómez -con trastorno bipolar- a Katy Perry -que ha reconocido haber sufrido depresión y ansiedad-, Aaron Carter -con trastorno de personalidad múltiple-, Shawn Mendes -que en 2022 canceló su gira para centrarse en su salud mental-, Kendall Jenner -ansiedad y depresión- o Colin Farrel -ataques de pánico-, las estrellas ya no ocultan al público sus debilidades.

Es algo que no ocurría cuando falleció Williams, que llevaba un tiempo padeciendo problemas graves que creía estaban derivados de un erróneo diagnóstico de Parkinson.

Pero en realidad, lo que sufría el protagonista de títulos como “Good Morning, Vietnam” (1987), “Dead Poets Society” (1989), “Mrs. Doubtfire” (1993) o “Good Will Hunting” (1997) era demencia de cuerpos de Lewy, algo que se descubrió al hacerle autopsia.

Una enfermedad neurodegenerativa que provocó en el actor muchos y graves problemas, entre ellos depresión, ataques de ansiedad o paranoia. Al actor le quedaban sólo tres años de vida y, “probablemente”, de haber seguido viviendo, hubiese pasado ese tiempo encerrado en un centro psiquiátrico, como señaló su viuda, Susan Schneider, al año siguiente del fallecimiento de su marido.

Williams se ahorcó con un cinturón el 11 de agosto de 2014 y su cuerpo sin vida fue encontrado por su asistente personal en uno de los dormitorios de su casa de Tiburón, en el área de la bahía de San Francisco. Tenía sólo 63 años.

El actor había estado trabajando intensamente ese año y en julio decidió ingresar durante varias semanas un centro de rehabilitación en Minnesota “por precaución”, dijo entonces su representante. Tenía un largo historial de abusos de cocaína y alcohol que se remonta al principio de la década de 1980 y, aunque mantuvo a raya sus adicciones durante años, recayó en 2006.

Una huella de amargura 

Cabe señalar que aunque hizo reír a varias generaciones, Williams siempre arrastró una huella de amargura y su imagen pública de genial cómico contrastaba con una vida complicada, marcada por sus adicciones.

Coqueteó con las drogas junto a su amigo John Belushi, fallecido a los 33 años por una sobredosis. “La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero”, decía con ironía.

También tuvo una vida sentimental algo caótica, con tres hijos de sus dos primeros matrimonios, y una tercera boda en 2011 con Susan Schneider.

Muchos expertos consideran que el talento de Williams siempre estuvo por encima de los papeles que le ofrecían y que le encasillaron en su lado cómico, él mismo estaba obsesionado con hacer reír, como señaló su biógrafo, Dave Itzkoff, al que el actor confesó con pesadumbre años antes de su muerte que sentía que ya no conseguía ser divertido.

Imagen de 1987 que muestra a Robin Williams en una escena de la cinta “Good Morning, Vietnam”. ESPECIAL

Una vida en el cine 

Nacido en Chicago el 21 de julio de 1951, Williams inició su carrera con un pequeño papel en la serie “Happy Days” en 1974 y debutó en el cine en 1980 con “Popeye”, aunque su primer éxito fue en 1988 con el papel de locutor de radio en “Good Morning, Vietnam”, que le valió su primera nominación al Oscar.

Optaría de nuevo por “El club de los poetas muertos”, una película que marcó a toda una generación con la famosa escena de los alumnos recitando “¡Oh capitán, mi capitán!”, el poema de Walt Whitman. También fue candidato en 1991 por “The Fisher King”, pero lo ganó hasta 1998, como actor de reparto, por “Good Will Hunting”, la cinta que dio a conocer a Matt Damon y Ben Affleck. 

FILMOGRAFÍA

Del drama a la comedia

Su filmografía incluye producciones como “Awakenings” (1990), “Hook” (1991), “Aladdin” (1992), “Jumanji” (1995), “Patch Adams” (1998), “Bicentennial Man” (1999) o “Man of the Year” (2006).
 

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