El director de cine Francis Ford Coppola sonríe al decir en español: “Hola, ¿cómo está?”… Han sido semanas frenéticas para el cineasta desde que, en el Festival de Cannes, lanzó “Megalópolis”, su más reciente película que le ha atraído muchas críticas negativas hacia su trabajo.Pero este hombre de 85 años, realizador de “El Padrino”, luce tranquilo en esta capital michoacana, donde en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia, actualmente en desarrollo, no sólo presentará su nueva cinta, que es una epopeya romana ambientada en el moderno Estados Unidos, sino que recibirá el Premio la Medalla Filmoteca UNAM y el Premio a la Excelencia Artística, los dos grandes reconocimientos que se otorgan en este encuentro cinematográfico.“Megalópolis”, protagonizada por Adam Driver, Giancarlo Esposito, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jon Voight y Laurence Fishburne, llega a los cines de México este jueves 24 de octubre, y antes de su estreno en 500 pantallas, el realizador charló sobre este proyecto.—¿Cómo ha vivido las últimas semanas entre tantas críticas?—Cuando en un mismo día es la peor película que he hecho y también la mejor, te das cuenta de que hiciste algo que es interesante al menos. Y por lo general cuando se está tan dividido, habla de que será una película que tendrá una vida larga, porque la gente estará pensando qué es. Cuando alguien dice que tal película es la peor de la historia, con una actuación terrible, significa que la ilusión de la película no funcionó y si la ilusión no funcionó, sigue siendo posible que llegue a funcionar si el público se ajusta a esa ilusión. No hay una emoción en la película, sino entre el público, y a veces no abre ese candado.—¿Por qué de pronto el cine no reconoce a sus grandes figuras de la dirección, como a usted, que debió poner de su dinero para “Megalópolis”?—Una de las razones es que los críticos y público de hoy en día han sido condicionados a pensar que el éxito económico en la taquilla es una buena forma de juzgar a una película. Si ésta gana dinero es un buen elemento y, sí, claro, por supuesto, pero si quieres hacer una película que sólo gane dinero, no es tan difícil de hacer eso porque sólo haces una lista de lo que le encanta a la gente como una buena persecución, una historia de amor que sea romántica y que la gente se sienta familiarizada con eso. Pero no es algo que me interese, yo quiero hacer un filme que ilumine la vida contemporánea, que nos la haga comprender. —¿Por qué esa diferencia entre el cine mundial que buscaba cosas, como “El Padrino” y “ Apocalypse Now” de usted, a este cine actual que parece es justo de fórmula?—Hice dos películas de “El Padrino” y ganaron mucho dinero y el premio Oscar, pero Paramount no me dejaba hacer “Apocalypse Now”, porque no se parecía en nada a “El Padrino”. ¿Y saben quién es el dueño de “Apocalypse Now”? Yo, porque nadie la quería. Es mía porque no logré que alguien me la comprara, pero con el tiempo se logró llegar a lo que ahora es. Más gente conoce Notre Dame que otro lugar, pero eso no lo hace realmente que sea más bello. ¿Cuántas estrellas le das a las pirámides y cuántas a Notre Dame? No es que uno sea mejor o peor. Intentan convertir al arte en algo más parecido al deporte.—¿Busca ganar en taquilla tanto como “Spider-Man”?—Si “Megalópolis” gana tanto dinero como, digamos, “Spider-Man”, los críticos dirán: ah sí, qué bueno, esto es lo que se debe de hacer, pero para mí eso no tiene nada que ver con el corazón de esto, porque puede ser que más gente vea “Megalópolis” que “Spider-Man” (en el futuro), porque quizás en 50 años la gente la seguirá viendo y quizás en cinco se hayan olvidado de “Spider-Man”, pero quién sabe.—Prepara otras dos películas, ¿qué se puede saber de ellas?—Me encantaría hacer una película pequeña y que sea divertida y que pueda disfrutar haciéndola con mis colaboradores, sin preguntarme “en qué me metí”. Pero después de eso quiero hacer otra película grande.El Universal “Megalópolis” es una epopeya romana ambientada en un Estados Unidos ficticio. La ciudad de Nueva Roma debe de cambiar, generando un conflicto entre “César Catilina”, un genio artístico que busca un futuro utópico e idealista, y su oponente, el alcalde “Franklyn Cicero”, quien se aferra a lo ya establecido y que perpetúa la codicia, los intereses específicos y la guerra partidista. “Julia Cicero”, la hija del alcalde y una socialité, cuestiona sus lealtades entre el amor hacia “César” y su padre, forzándola a descubrir lo que realmente cree que la humanidad se merece. CT