Treinta años después de su fundación, La Barranca celebra su historia con la misma energía que los vio nacer. En 1995, José Manuel Aguilera y Federico Fong encendieron una chispa creativa que sigue ardiendo con intensidad. La banda, considerada una de las más influyentes del rock mexicano, ha mantenido una trayectoria ininterrumpida con más de una docena discos de estudio y cientos de presentaciones dentro y fuera del país. Su sonido, que desafía etiquetas, ha sido el resultado de una búsqueda constante por reinventarse sin perder identidad.Para celebrar su trigésimo aniversario, el grupo llegará al C4 Concert House este sábado 18 de octubre a las 19:00 horas, con un concierto especial que recorrerá su historia desde su origen. En la presentación interpretarán en su totalidad “El fuego de la noche” -su disco debut de 1996-, una obra fundacional que marcó el inicio de su travesía artística.El festejo incluirá también una selección de piezas que resumen las distintas etapas de la banda, las cuales, según su líder, no pueden entenderse de manera aislada. “Yo quisiera pensar que cada una de estas es la conclusión de las anteriores y que también apunta a una posible dirección en el futuro”, comparte en entrevista con EL INFORMADOR. “La intención siempre ha sido encontrar una voz propia que vaya madurando y cambiando con el tiempo, no quedarnos estáticos en un momento pasado sino abrazar los cambios y lo que nos presenta la realidad”, apunta Aguilera.La Barranca ha atravesado transformaciones sonoras y de alineación a lo largo de tres décadas. Hoy está integrada por Ernick Romero (bajo), Yann Zaragoza (piano), Abraham Méndez (batería) y Jorge Chacón (guitarra), músicos que -junto a Aguilera- representan distintas generaciones unidas por una misma sensibilidad.Esa renovación constante es parte del ADN del proyecto, al que el público ha acompañado con fidelidad. “El público de Guadalajara ha abrazado a la banda y a sus cambios”, reconoce el guitarrista. “Siempre es un honor y una responsabilidad tocar allá”.Su proceso creativo, lejos de las fórmulas, ha sido un ejercicio de exploración. Aguilera lo define como una búsqueda en la que cada canción representa un nuevo desafío. “No tengo una fórmula que aplico cada vez”, confiesa. “Cada canción que intento hacer es un problema nuevo que tengo que resolver. Como decía Juan José Arreola, las reglas de un texto están dentro del texto mismo; cada pieza debe tener su propia solución, sus propias reglas, y eso también creo en la música”. A lo largo de su historia, La Barranca ha sabido integrar nuevas tecnologías sin perder la esencia orgánica de su sonido. “A mí me encanta que haya tecnología y que esta genere sonoridades nuevas”, afirma José Manuel. “El rock, y especialmente los guitarristas eléctricos, siempre estamos buscando nuevos sonidos desde que escuchamos a Jimi Hendrix. Abrazamos esas herramientas en la medida de lo posible, intentando incorporarlas en lo que hacemos para no quedarnos anquilosados en los sonidos de hace 40 o 50 años”, apunta el creativo.En un panorama musical donde el rock parece desplazado de los reflectores, Aguilera mantiene una mirada optimista. “En alguna medida me recuerda un poco a lo que sucedía hace 30 o 35 años cuando empezaba la banda: hay mucha creatividad, muchas bandas emergentes, pero todo eso está un poco por debajo del radar mediático. Sin embargo, se sigue moviendo. Hay mucha energía, interés y pasión entre los músicos jóvenes que están dándole toda la vida a esto”.Mirar atrás después de tres décadas implica también una reflexión sobre el propio camino. Si pudiera encontrarse con aquel José Manuel de 1995, Aguilera sonríe: “Le podría dar muchos consejos, pero lo más seguro es que no me hiciera caso. Ese José Manuel era muy rebelde, y eso es parte de ser joven. Había una convicción exagerada, pero necesaria para tener grandes sueños y tratar de llevarlos a la realidad”. Para el músico, el verdadero éxito no se mide en cifras ni reconocimientos, sino en la posibilidad de seguir creando. “Treinta años después, vivo con la enorme libertad de hacer lo que me interesa hacer en la música”, dice. Esa libertad -la misma que encendió el fuego inicial de La Barranca- sigue siendo el motor que impulsa a la banda hacia el futuro, entre la memoria de lo que fue y las posibilidades de lo que aún está por venir. CT