Albert Serra ganó la Concha de Oro a la Mejor Película -máximo galardón del Festival de San Sebastián- en reconocimiento al impactante, provocador, doloroso y bellísimo cine que despliega su documental “Tardes de soledad”, que llegó precedido de polémica.El de Banyoles, sin perder su discurso de cineasta maldito, convenció al torero peruano Andrés Roca Rey, en la cima del éxito, para seguirlo durante tres años en 14 corridas y rodar la lidia y muerte de 42 toros, además de pegarse al asiento de su furgoneta y viajar con él como uno más de su cuadrilla. La idea era meterse en sus tradiciones, vestirlo y desvestirlo ante la cámara, acompañarlo en sus plegarias y mostrar al hombre muerto de miedo y al dios que vence al toro y sobrevive salpicado de sangre. En la cinta no hay planos generales, no se ve al público, pero el sonido de la respiración del toro es ensordecedor. Serra agradeció a Roca Rey, a su cuadrilla y a sus mozos de espadas que les permitieran “ese grado de intimidad” que ha sido un honor. “Gracias a ellos la película existe y tiene este lado genuino que no se puede encontrar en tantas otras películas y sobre todo en el cine de autor que, con un carácter un poco osado, puede atreverse a ir hasta el fondo de cualquier cuestión incluida esta”, comentó. El resultado no permite confirmar si la cinta va a favor o en contra del toreo; su modo de mostrar la agonía del animal frente a la euforia del hombre o la exclusión absoluta de la mujer (a excepción de una fan que se hace una foto o los planos de la virgen) sólo dejan entrever “lo que hay”: un botijo para lavarle la cara, un vaso de plata para que beba, un traje de luces que hay que embutirle cogiéndole en volandas.