Viernes, 28 de Noviembre 2025

Vive la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón en la FIL 2025

La recreación de Planeta no solo evocaba a Zafón, sino a esa Barcelona invisible que él reveló, la que se encuentra detrás de las postales, hecha de bruma, callejones

Por: Fausto Salcedo

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante. EL INFORMADOR/ A. Navarro

En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde cada año convergen las voces que moldean el mapa literario del mundo, Barcelona llegó esta vez no solo como Ciudad Invitada de Honor, sino como un personaje vivo que parecía caminar entre los pasillos. Y dentro de ese pulso catalán que invadió la feria, Editorial Planeta levantó un espacio íntimo, casi secreto, para recordar a uno de los narradores que mejor supo descifrar la anatomía emocional de la ciudad: Carlos Ruiz Zafón.

Durante la FIL, los visitantes podrán vivir la experiencia de "La Barcelona de Carlos Ruiz Zafón", un homenaje físico a uno de los escritores españoles más queridos, en un espacio que recrea a la Barcelona del autor de "La sombra del viento". Al entrar en el montaje, el visitante tendrá la sensación de atravesar las puertas de una de esas librerías en penumbra que habitan sus novelas. Sombras, vitrinas con ediciones emblemáticas, apuntes, fotografías, fragmentos de música; todo dispuesto para convocar el eco de una atmósfera que Zafón convirtió en marca literaria: melancólica, lúgubre a veces, pero siempre luminosa en su amor por los libros. El homenaje no pretende reconstruir un museo, sino provocar una experiencia emocional, casi sensorial, que permita al lector reencontrarse con el autor y con la ciudad que lo acompañó en su obra como una presencia constante.

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La experiencia, conformada por tres espacios, la vida y obra del autor, en donde el visitante podrá recorrer una línea del tiempo con la información sobre sus libros y los datos más relevantes de la saga de "El cementerio de los libros olvidados". La segunda parte es una recreación de la Barcelona narrada por Zafón en sus novelas fascinantes, con fotos históricas y los espacios icónicos -y reales-que sus personajes habitan en sus novelas. La tercera sala es, ni más ni menos, que "El cementerio de los libros olvidados", ese paraíso laberíntico que ha marcado a miles de lectores en todo el mundo, y que ahora se encontrará disponible en la FIL Guadalajara para que el lector se pierda en este mundo. 

Zafón, nacido en Barcelona en 1964 y fallecido en 2020, fue uno de los escritores en español más leídos del siglo XXI. Con "La sombra del viento" —publicada en 2001— no solo inauguró la célebre tetralogía del "Cementerio de los Libros Olvidados", sino que abrió una puerta por la que millones de lectores entraron a una Barcelona paralela: una ciudad oculta, laberíntica, atravesada por el misterio y el destino. A esa primera novela le siguieron "El juego del ángel", "El prisionero del cielo" y "El laberinto de los espíritus", obras que consolidaron un universo literario donde los libros no son solo objetos, sino guardianes de historias que insisten en sobrevivir al tiempo.

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En su obra, Barcelona no es simplemente un escenario. Es un ser vivo. Una ciudad que respira, que guarda secretos en cada esquina, que abriga y traiciona a sus habitantes, que se expande en la memoria de quien la recorre. Sus barrios —el Gótico, la Ribera, Montjuïc— aparecen como territorios casi míticos, donde el tiempo parece una ficción maleable. Así, en la FIL, la recreación de Planeta no solo evocaba a Zafón, sino a esa Barcelona invisible que él reveló, la que se encuentra detrás de las postales, hecha de bruma, callejones y voces que se confunden con el susurro de un libro al abrirse.

Mientras los visitantes avanzan por el espacio, la sensación es la de caminar dentro de una historia. Como si en cualquier instante pudiera aparecer Daniel Sempere buscando un volumen perdido, o Fermín Romero de Torres dispuesto a soltar alguna de sus verdades irónicas. Ese era el verdadero logro del montaje: recordarle al público que la literatura de Zafón no se lee únicamente con los ojos, sino con la piel, con la memoria, con la emoción de saber que hay libros capaces de construir ciudades enteras.

En un año en que Barcelona brillará en Guadalajara como invitada de honor, Planeta consigue que esa presencia tenga un corazón narrativo. Un rincón donde Zafón sigue conversando con sus lectores, incluso desde la distancia. Porque si algo nos enseñó su obra es que las historias son capaces de desafiar la muerte, que siguen latiendo mientras haya alguien dispuesto a abrir un libro. En la FIL, ese latido se escuchará con fuerza. Y Barcelona, una vez más, se convierte en literatura.

NA

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