Como el sello editorial que reúne las obras lingüísticas fundamentales de nuestra lengua, Espasa ha hecho equipo con la Academia Mexicana de la Lengua (AML) para poner en circulación una cuidada y bella edición del “Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos” (Espasa, 2023), en el que se recoge el léxico que emplean día a día los mexicanos, distinto al de otros dialectos de la lengua española, como un universo lingüístico que nos define y nos da entidad e identidad.El volumen de más de 800 páginas es fruto del trabajo de un cuerpo de especialistas compuesto por una veintena de profesionales en varias disciplinas; asimismo, el cuerpo de vocablos que recoge pertenece a varias regiones del país y a distintos campos semánticos: géneros populares, gastronomía, indumentaria, sexualidad, cultura general, grupos étnico-lingüísticos, así como de botánica y zoología; y también ofrece términos cuyo origen está en otras lenguas, principalmente, náhuatl, maya, inglés y francés. En este sentido, Gonzalo Celorio, director de la AML, afirma en entrevista con EL INFORMADOR que “siempre es necesario contar con un buen diccionario —de los pocos libros que aún se encuentran en hogares del país— y, este en particular, tiene algunas características que lo diferencian de otros. Para empezar, es de Mexicanismos, propios y compartidos que, creo yo, ante todo fortalece un sentido lingüístico identitario: qué palabras empleamos al hablar, qué acepciones poseemos, pues al utilizarlas estamos de algún modo diciendo cómo somos. Además, creo que todo acto cultural tiene un sentido identitario, y este diccionario nos representa como cultura y como país, pero siempre en relación con la lengua y ante otros países”.Así las cosas, el escritor mexicano refiere que la primera pregunta que salta es “por qué ‘propios y compartidos’, si hablamos de mexicanismos; pero eso es si partiéramos de un criterio ortodoxo que los nombrara como voces que se utilizan en México de forma mayoritaria, pero no en otro país, pero eso haría al diccionario muy breve. Claro que las fronteras políticas y lingüísticas no coinciden mucho; por ello aquí se enlistan mexicanismos que son exclusivamente mexicanos (al final del volumen), pero también muchos otros que están presentes como acepción en países cercanos o fronterizos”. En palabras de Celorio, “la lengua es un organismo vivo, y como tal es cambiante. La Academia también debe estar al pendiente de sus transformaciones, creo que debe ser tan dúctil como el propio lenguaje que estudia. Y, conviene precisar, no es un diccionario histórico sino sincrónico, pues muchas palabras que fueron mexicanismos han tenido repercusión en España, como ‘tiza’, una voz náhuatl común en toda América que en nuestro país no se usa, por haber sido desplazada por ‘gis’, un anglicismo”.De esta forma, destaca el autor de “Tres lindas cubanas”, este diccionario “se refiere a la manera contemporánea del ejercicio lexicográfico las voces y acepciones que damos a las palabras en México; y se consignan voces en uso, no se trata de ocurrencias pasajeras, porque se han asentado a través de un tiempo razonable”.Por otra parte, aclara el director de la AML, “se trata por igual de un diccionario académico, en tanto que tiene carácter científico y para su elaboración ha utilizado corpus muy robustos que antes no existían; eso es una novedad porque gracias a las plataformas digitales tenemos acceso a muchas palabras y herramientas que nos permiten verificar el uso de estas palabras. Y a diferencia de otras épocas, no es un diccionario puritano (como otros que tal vez padecieron la censura) porque da cabida a voces populares, y entre ellas las obscenas o vulgares, todas poseen su marca y singularidad. Aunque no es un diccionario popular tampoco, pues se recogen voces cultas”. Para concluir, Celorio destaca el carácter colectivo de la obra, indica que “el libro contó con la conducción de quien ha presidido la Comisión de Lexicografía en la AML, Concepción Company Company, pero es una obra institucional, la autoría es de la AML, por su autoridad académica y científica, fruto de un trabajo colectivo y colegiado, en el que tomaron parte importantes lingüistas y filólogos, aunque también historiadores, conocedores de lenguas indígenas, latinistas, un grupo verdaderamente plural”.En adición a lo anterior, el novelista mexicano asegura que “ha habido un gran grupo de jóvenes que llegaron aquí para hacer su servicio y se incorporaron a la Comisión de Lexicografía para hacer su servicio social; ahí se ha ido formando una masa crítica e importante de lexicógrafos que contribuyeron de forma notable con esta obra”.Después de todo, la obra tiene el acierto de —enfatiza Celorio— contar con distribución nacional a través de librerías, gracias a la editorial donde aparece, que la dota con “un diseño muy bueno”. Contiene: CT