La escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara ha sido galardonada con el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2024 por su novela "Las niñas del naranjel", un relato histórico que revisita la vida de Catalina de Erauso, la monja alférez, para revelar las dinámicas de poder y violencia en la construcción del Nuevo Mundo. Antes de recibir este reconocimiento en la FIL Guadalajara, la autora compartió sus reflexiones con EL INFORMADOR.Cabezón Cámara recordó con calidez sus inicios en la literatura: “Siempre quise leer, desde niña”. Su amiga Karina, quien la conoce desde hace 50 años, complementó su respuesta, destacando la pasión temprana de Gabriela por los libros: “Cualquier lugar era oportuno para que leyera. En primaria tuvimos una gran maestra que nos mostró caminos de la literatura, y cuando éramos muy pequeñas competíamos. Nos sentíamos muy orgullosas una de la otra cuando leíamos nuestras redacciones ante los demás”.Para la autora, la lectura y la escritura siempre han sido un refugio: “Era un espacio de libertad, felicidad… un lugar donde tienes grandísimas aventuras sin necesidad de moverte”. Esta pasión la ha acompañado toda su vida, llevándola a explorar nuevos horizontes narrativos.Sobre la sorpresa de recibir el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, comentó: “Me llamó Laura Niembro (directora de contenidos de la FIL) y fue una sorpresa total, una alegría enorme. Estaba en altavoz con los jurados y todos me decían cosas lindas. Me sentí encantada de la vida. Que a los colegas les parezca que es un libro distinguible es muy hermoso”.La escritora también reflexionó sobre la situación actual en su país, Argentina, donde la censura y el asedio a la cultura son motivo de preocupación: “Es un momento muy duro. La cultura está siendo asediada, pero creo que la literatura es el espacio de la libertad. No puede haber literatura si no es libre”. Añadió su deseo de que Latinoamérica deje de ser una “zona de sacrificio” y que se reconozcan los derechos de los pueblos originarios.Respecto a su proceso creativo, Cabezón Cámara confesó que cada obra es una experiencia distinta: “No soy una persona que tenga facilidad para organizar rutinas. Escribir es una exploración, una construcción. Busco una música y cuando aparece esa musiquita que es propia de cada libro, fluye”.Sobre Las niñas del naranjel, destacó el papel fundamental del lirismo: “Lo lírico para mí es primordial. La perspectiva está en el trabajo con la lengua…Me gustó imaginar a Antonio, ese personaje histórico, transformado por la belleza de la selva, rodeado de animales, flores y niños”.Finalmente, al hablar sobre el cierre de sus obras, señaló: “Hay un momento en el que ya está, lo corregí mil veces, di todo lo que podía dar. Siempre puede estar mejor, pero uno sigue viviendo y escribiendo otro libro para intentarlo otra vez”.MF