Martes, 24 de Diciembre 2024
Cultura | III domingo de adviento

Evangelio de hoy: La alegría como preparación

Las lecturas de este día nos anuncian la alegría de que el salvador está ya muy cerca, Él será quien consuele al pueblo, quien le dé plenitud.

Por: Dinámica pastoral UNIVA

En nuestra corona de adviento arde la llama de la vela de color rosa, que significa la alegría.  UNSPLASH/KaLisa Veer

En nuestra corona de adviento arde la llama de la vela de color rosa, que significa la alegría. UNSPLASH/KaLisa Veer

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA: 

Sof 3, 14-18

«Canta, hija de Sión,
da gritos de júbilo, Israel,
gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.

El Señor ha levantado su sentencia contra ti,
ha expulsado a todos tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel en medio de ti
y ya no temerás ningún mal.

Aquel día dirán a Jerusalén:
“No temas, Sión,
que no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador,
está en medio de ti.
Él se goza y se complace en ti;
él te ama y se llenará de júbilo por tu causa,

como en los días de fiesta”».

SEGUNDA LECTURA:

Flp 4, 4-7

«Hermanos míos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».

EVANGELIO:

Lc 3, 10-18

«En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.

También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.

Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.

Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva».

¿En dónde encuentras la alegría?

Hoy celebramos el tercer domingo del adviento, continuamos nuestra preparación para la venida del Señor que se acerca. Las lecturas de este día nos anuncian la alegría de que el salvador está ya muy cerca, Él será quien consuele al pueblo, quien le dé plenitud, será la verdadera alegría.

En nuestra corona de adviento arde la llama de la vela de color rosa, que significa la alegría. Nuestra meditación de este domingo puede ser bajo la pregunta: ¿dónde buscamos la alegría? ¿Qué necesito hacer para alcanzarla?

La primera lectura anuncia el consuelo de Dios. Se ha levantado el antiguo régimen que nos mantenía esclavos del pecado, y ahora somos liberados por aquél que nos ama. El tiempo de servidumbre al pecado ha llegado a su fin, nuestra alegría brota del anuncio: “No temas Sión, el Señor tu Dios está en medio de ti”. La segunda lectura nos invita a preparar esta llegada con oraciones y súplicas, pero con una temática de agradecimiento, pues el Señor está cerca, este es también el motivo de nuestra alegría.

En el evangelio encontramos a Juan Bautista respondiendo a la pregunta de aquellos que se acercan a él para ser bautizados: ¿Qué debo hacer? Ante cada uno la recomendación sigue siendo la conversión del corazón. El bautismo de Juan es con agua, e invita a convertir el corazón, pero anuncia un nuevo bautismo, ahora será con el Espíritu Santo y con fuego, un fuego que no se extingue, capaz de quemar la paja una vez separado el grano.

Es momento de hacer un examen de conciencia para separar el trigo de la paja, dejarnos tocar por la misericordia de Dios que purifica cualquier impureza del corazón. Además, ya cercana la Navidad, puede ser que nuestra alegría se vea opacada por el materialismo de estas fechas. Estamos preocupados de la compra de regalos y de lo que vamos a cenar en navidad. Tristemente las ideologías materialistas intentan quitar del centro a Cristo para colocar la alegría del momento, lo que está a la moda, que después nos deja más vacíos.

Hoy debería resonar en nuestros corazones, desde lo más profundo, la misma pregunta que hacen a Juan en el evangelio: ¿Qué debemos hacer?

¿Qué debemos hacer para alcanzar la plenitud de la alegría? ¿Qué debemos de hacer para que los vientos de doctrinas extrañas no nos arrebaten la alegría?

Necesitamos volver la mirada a Cristo, reconocerlo como nuestro salvador, eso implica reconocer nuestros pecados y pedirle que nos inunde del Espíritu para quemar en nosotros todo pecado, cualquier atadura que no nos deja ser felices y nos mantiene esclavos de nuestro egoísmo.

Pidamos a Dios por intercesión de María, su madre, que nos ayude a permanecer en la alegría de la noticia gozosa de que Dios está cerca y quiere poner su morada en medio de nosotros.

La alegría como preparación

Cualquier fiesta necesita una preparación. En víspera de la Navidad, la Iglesia nos propone, en este tercer domingo de adviento, alegrar el corazón como preparación para la fiesta. Gaudete, alégrense, porque Dios nos trae una buena noticia, algo que produce júbilo y que hará cambiar completamente nuestras vidas.

Creo que todos hemos vivido una preparación de fiesta, aunque sólo se trate de festejos familiares. El momento para la alegría no es el tiempo de la preparación. Al contrario: preparar una fiesta implica trabajo, prisas, estrés, etc., una serie de cosas que no tienen nada de gozoso ni de alegre. Nos preparamos para la alegría de la fiesta, sí, pero la preparación no siempre es alegre.

Paradójicamente, el adviento es una preparación para la venida de Jesús, pero que no solo implica trabajos y prisas, sino que pide alegría. Parecería que la alegría sólo es el fruto de la conversión que Juan el Bautista anuncia en el evangelio, pero no el camino que hay que seguir. ¿De dónde viene la necesidad de alegrarnos?

“Que la paz de Dios custodie sus corazones”, nos dice San Pablo en la Carta a los Filipenses. De manera discreta, pero firme, San Pablo nos dice que preparar la fiesta es comenzar a vivir ya la alegría. Si volvemos a la preparación de la fiesta, lo que dice Pablo es inimaginable: ¿comenzar con la fiesta cuando apenas la estamos preparando? Es como si nos dejaran probar el pastel de cumpleaños antes de cantar las Mañanitas. Pero justo ese es el espíritu del evangelio: vivir en el Reino de Dios desde ahora, probar el pastel antes de ponerle las velitas de cumpleaños.

¿Cómo podemos conseguir esta alegría? Juan el Bautista habla de “conversión”. No habla de prepararse, sino de comenzar a ver el mundo con otros ojos, de conocer las cosas de manera distinta. Ello se va logrando con acciones nuevas - dar comida al que no tiene, vestido, techo, etcétra. Son nuestras acciones las que van logrando hacernos cambiar de modo de pensar. Ojalá podamos disfrutar de esta alegría.

Rubén I. Corona Cadena, SJ - ITESO

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