Jueves, 26 de Diciembre 2024

“Nuestra cartelera no tiene la diversidad que necesita”

La actriz Arcelia Ramírez hace un fuerte llamado a las autoridades para que se comprometan con la cultura

Por: El Informador

La actriz Arcelia Ramírez, recalca que la cultura es vital para combatir la violencia. EL INFORMADOR/ A. Camacho

La actriz Arcelia Ramírez, recalca que la cultura es vital para combatir la violencia. EL INFORMADOR/ A. Camacho

La actriz mexicana Arcelia Ramírez, a quien la edición 38 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG 38) distinguió con el Mayahuel de Plata en homenaje a su trayectoria fílmica de casi 40 años, es una figura innegable del firmamento cinematográfico nacional; y es también una testigo que ha visto el desarrollo de la industria en este país durante las últimas décadas.

En estos términos, cuando la noche del pasado sábado 3 de junio recibió la estatuilla emblemática del FICG -durante la gala de inauguración-, en su discurso de agradecimiento expresó su deseo de que las autoridades políticas de todo tipo se comprometan con la cultura porque se trata de “un arma efectiva contra la violencia”; y claro, acota, “cuando uno va a recibir un reconocimiento de esta envergadura, por supuesto que uno piensa en lo que va a decir; yo tenía todo escrito, pero en ese momento decidí no leer, y decirlo”, recalca en entrevista con EL INFORMADOR.

De esta forma, “lo que dije al final es algo en lo creo desde hace muchos años, desde que empezaba a trabajar y hacía teatro, y me daba cuenta que nuestras puestas en escena y películas, la producción, en fin, para todo eso siempre hacía falta presupuesto”, enfatiza Ramírez, “siempre los presupuestos para la cultura eran los ‘sacrificables’; en cualquier crisis, lo primero a lo que se recortaban recursos era a la cultura. Y creo que eso es no dimensionar su poder”.

¿Y a qué poder se refiere la actriz? “A su poder transformador, formativo y educativo, capaz de producir seres humanos cabales. Creo que la cultura es una herramienta maravillosa para entender lo que no comprendemos, para descifrar los enigmas más profundos que nos plantea la existencia y saber quiénes somos, a dónde vamos o qué queremos. Para humanizarnos. Por eso dije entonces que era de ayuda en contra de la violencia, pues resistir la violencia se consigue a través del arte y, para eso, se debe preparar el corazón y el espíritu de los niños, para que lo puedan recibir, asimilar y gozar”.

Hablar de tú al público

Con una carrera que acompaña al festival desde que era “muestra de cine”, Arcelia Ramírez tiene una “relación especial” con el FICG, “pues en sus inicios fue fundamental para vincular al público con su cine, un cine que fuera un espejo mucho más fiel y que le hablara más de tú a la audiencia, que expresara sus contenidos con más plenitud”.

En aquellos tiempos, “por lo menos el cine buscaba combatir el escepticismo del público con la diversidad de sus historias, con la variedad de los personajes femeninos, masculinos; surgió entonces toda una generación de guionistas, fotógrafos, ingenieros de sonido; había que hacer un cine que se viera y oyera bien, porque acostumbrados al cine inmediatamente anterior y hacer las películas para que se hicieran rápido y fueran lo más comerciales posibles, pues ahí las escuelas de cine fueron fundamentales para que esta generación irrumpiera con muchos nuevos talentos, lo que incluía a las mujeres, una generación maravillosa que vino a refrescar y diversificar todos los discursos y narrativas de entonces”.

En esos términos, la actriz sostiene que “esto que te digo, creo que el público de Guadalajara lo gozó muchísimo y por eso señalo que se apropió de este festival, lo hizo consolidarse”.

Presencia viva y poderosa

De acuerdo con el proceso que describió la actriz, “también hice mención a Raúl Padilla López al recibir el premio, porque algo que no recordaba yo -y me dijo hace poco Busi Cortés- es que cuando fue rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG) apoyó a mi primera película, ‘El secreto de Romelia’ (1988), pero eso es parte de toda una articulación de apoyos para consolidar un espacio como lo es ahora este festival y crear industria; que fuera una ventana para el cine mexicano y, después, cuando se convirtió en iberoamericano, se volvió cita obligada para que la avidez del público conociera cinematografías de otros países”.

Fue en ese momento que, explica Ramírez, empezaron a surgir otros festivales importantes en el país, como Morelia, Guanajuato o Los Cabos, los cuales “son un remanso, pues todavía nuestra cartelera no tiene -en este país- la diversidad que necesita, esa es una factura pendiente”.

Así, espacios como el FICG, explica la actriz, “han sido lugares de encuentro de profesionales con otros profesionales y de ese modo crear sueños cinematográficos, llevarlos a cabo, conectarse con los demás y estar al tanto de lo que se está haciendo; de modo que otros festivales internacionales vean nuestro cine y lo lleven a cosechar premios, a tener una presencia viva y poderosa, y así visibilizarlo. Y todavía con eso nos hace falta mucho, porque todo esto debería desembocar en la configuración de una ley cinematográfica que defienda nuestro cine de la invasión bárbara del cine norteamericano y defienda la cartelera mexicana (iberoamericana, asiática y europea), para que sea todo lo diversa posible”.

CT

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