Viernes, 05 de Diciembre 2025

Benedetta Tagliabue recibe el ARPAFIL 2025 con homenaje a la memoria y la ciudad

Tagliabue ha desarrollado gran parte de su trayectoria en Barcelona

Por: Héctor Fernando Navarro Vázquez

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas. EL INFORMADOR/A.NAVARRO

La arquitecta italiana Benedetta Tagliabue convirtió el escenario de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en un recorrido íntimo por la memoria, la arquitectura y la vida urbana al recibir el Homenaje ARPAFIL 2025, reconocimiento otorgado desde hace tres décadas a figuras influyentes del patrimonio y la construcción. En estos treinta años, solo tres mujeres han sido distinguidas, una cifra que subrayó el carácter excepcional del momento.

Nacida en Milán en 1963 y formada en la Escuela de Arquitectura de Venecia, Tagliabue ha desarrollado gran parte de su trayectoria en Barcelona, ciudad a la que llegó en los años noventa y donde fundó, junto con Enric Miralles, el estudio Miralles Tagliabue EMBT. Desde ahí impulsó proyectos que hoy forman parte del mapa contemporáneo de la arquitectura internacional, como el Parlamento de Escocia, el Mercado de Santa Caterina y el Pabellón de España en la Expo Shanghái 2010.

Al tomar la palabra durante la ceremonia, Tagliabue confesó la incertidumbre que le acompañó en su viaje a México. “Nunca te sabes qué es lo que te espera, pero realmente las palabras que habéis dicho en este acto tan maravilloso me conmueve, me encanta”, expresó antes de iniciar un recorrido visual por algunas de las obras que han marcado su método de trabajo.

El punto de partida de su presentación fue la casa que ella y Miralles transformaron hace más de tres décadas en Barcelona. Una vivienda abandonada que se convirtió en laboratorio de exploración estética y doméstica. Según relató, aquel proceso definió la base conceptual que acompañaría sus proyectos posteriores. “Era una casa vieja que nadie pensaba que podría ser habitable… y allá jugamos. Recuperamos cosas, inventamos una manera de hacer que no conocíamos antes. Me doy cuenta ahora que esa manera de hacer se ha hecho muy importante para todas las obras que hemos hecho después”.

A partir de esa experiencia inicial —donde la memoria de los muros fue guía y no obstáculo— extendió su manera de pensar la arquitectura hacia terrenos más públicos. El Mercado de Santa Caterina, en Barcelona, ejemplificó esa transición. Tagliabue recordó que, antes de intervenirlo, el edificio estaba deteriorado y bajo amenaza de demolición.

“Nosotros nos revelamos. Los políticos nos dijeron: ‘Ayúdenos a pensar qué podemos hacer’. Imaginamos cómo transformar esta ciudad antigua sin destruirla”, recordó. De ahí nació la icónica cubierta multicolor que no sólo reinterpretó la tradición artesanal catalana, sino que devolvió vitalidad a su entorno urbano. “El mercado era gris, pero dentro se vendían productos fantásticos, coloreados. La idea era dejar a la vista lo que pasaba al interior”, explicó.

Otro de los proyectos que repasó fue el Parlamento de Escocia, una obra que inicialmente Miralles dudaba emprender por su carácter institucional. Pero la pareja aceptó el reto con la intención de crear un edificio que no se sintiera ajeno a la ciudad. Tagliabue describió el proceso como un intento por conciliar paisaje, arquitectura contemporánea y herencia histórica.

“Intentamos hacer de todo para que un parlamento no fuera demasiado formal, que se integrara en la ciudad y en el paisaje”. Aquella búsqueda dio lugar a geometrías inspiradas en barcos y a interiores donde la madera se convirtió en protagonista.

La arquitecta también habló del Pabellón de España en la Expo Shanghái 2010, donde optó por un material tan universal como ancestral: el mimbre. Una apuesta arriesgada en un entorno dominado por resinas y estructuras temporales, pero que permitió introducir una atmósfera natural. “Era como construir parte de un bosque”, recordó. La pieza recibió reconocimiento internacional y abrió al estudio las puertas a nuevos proyectos en China.

Antes de comenzar la intervención de Tagliabue, la rectora del CUAAD, Isabel López Pérez, y el presidente de la FIL, Trino Padilla, destacaron su trayectoria y la influencia que su trabajo ha tenido en la reflexión sobre la arquitectura como una práctica vinculada a la memoria, la comunidad y el paisaje.

YC

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