LA CIUDAD Y LOS DÍAS 2 DE MAYO 2008

La semana antepasada estuvo en Guadalajara, en donde realizó diversas actividades, el doctor Enrique Peñalosa, ex alcalde mayor de Santafé de Bogotá, Colombia.
Su experiencia y sus visiones resultan particularmente interesantes al tratarse de un personaje que ha contribuido en gran medida a la exitosa transformación de la urbe que gobernara; transformaciones que ahora sirven de ejemplo y estímulo para muchas ciudades del mundo.
Llama la atención el hecho de que los conceptos vertidos por el doctor Peñalosa coinciden con las reflexiones que diversos profesionales locales han venido vertiendo desde hace décadas o años en nuestro medio. Lo verdaderamente novedoso, y contundente, es que estas afirmaciones provienen ahora de alguien que, en el ejercicio del gobierno, ha sido capaz de llevar a efecto medidas concretas que ponen de manifiesto las bondades de un pensamiento que busca la promoción de la ciudad y de la calidad de vida de sus habitantes.
El primer comentario consignado, por ejemplo, es paradigmático. Señala el doctor Peñalosa el inaceptable abuso de la imagen del espacio público por parte de los publicistas que han llenado de anuncios espectaculares el acceso al aeropuerto y la carretera a Chapala en general. Visto con ojos externos, este panorama debe resultar a todas luces escandaloso.
Desgraciadamente, la fuerza de la costumbre, y la falta de acciones al respecto, han hecho que para la ciudadanía local este estado de cosas venga resultando "normal".
No es algo incidental o accesorio lo que señala el ilustre visitante. La dignidad del espacio público resulta fundamental para transmitir a los habitantes de una ciudad el respeto que se les debe en todo momento. Y este respeto pasa, en primer lugar, por el acatamiento de un orden que a todos obliga. La violación de la armonía paisajística constituye un excelente caldo de cultivo para que otros ordenamientos sean igualmente pasados por alto.
Sin complejos ni inhibiciones, el doctor Peñalosa afirma que los equipamientos destinados a las capas más pobres de la población deben tener una calidad arquitectónica similar o mayor a la de los más "atractivos" equipamientos hechos para los más favorecidos, tales los centros comerciales. Aboga, de esta manera, por una arquitectura pública que tenga la mayor dignidad y que transmita a los ciudadanos el sentido de respeto y consideración que deben recibir por su misma condición desfavorecida.
En todo momento afirmó la urgencia de rescatar el espacio público y volvió a refrendar la gran validez de medidas como la Vía RecreActiva para lograr una eficaz reapropiación de los entornos comunitarios. También fue contundente sobre la necesidad de darle a la bicicleta, y sobre todo al peatón, clara preeminencia sobre el tráfico automotor y las obras respectivas. Resultaron muy útiles y refrescantes sus visiones; y confirman, con muy atingente contundencia, lo que en estos temas se ha venido repitiendo, en el contexto local, desde hace años. Con la enorme diferencia de que en Bogotá se ha logrado pasar a los hechos en muchos más de estos renglones.

jpalomar@informador.com.mx



EL INFORMADOR 01/05/08 ccms