Viernes, 27 de Diciembre 2024
Jalisco | Eufrosina Cruz encabeza una lucha contra los usos y costumbres en pueblos indígenas donde las mujeres no valen

Impiden que sea alcaldesa por ser mujer y profesionista

“Las mujeres aquí no existen”, sentenció Saúl Cruz Vázquez, alcalde de Santa María Quiegolani, cuando Eufrosina Cruz ganaba las municipales

Por: EL INFORMADOR

Segunda y última parte

Eufrosina Cruz Mendoza vio pasar su infancia y su adolescencia en un laberinto de pobreza y marginación. Pero no sucumbió ante los problemas económicos y la discriminación por ser indígena. A los 22 años terminó una carrera profesional y se propuso mejorar las condiciones de vida de niños, niñas y mujeres en poblaciones de Oaxaca. Las penurias parecían haber terminado, pero la lucha por el progreso aún era larga.
— Tras graduarte como contadora conseguiste empleo en dependencias estatales de educación, pero después tuviste un fracaso político, que más bien fue una violación a tus derechos, y trajo consigo la creación de un movimiento indígena: Queremos unir integrando por la equidad y género en Oaxaca (Quiego). ¿Cómo nació esta organización?
— Esa es mi lucha actual. En el Estado de Oaxaca hay 570 municipios, de los cuales 418 se rigen por usos y costumbres. El problema es que en casi 100 de éstos no existe la palabra “mujer” en los catálogos de usos y costumbres, lo cual significa que las mujeres no pueden votar ni ser votadas, violándose la Constitución.
Después de egresar como contadora y trabajar en dependencias educativas, decidí regresar a mi pueblo para trabajar contra la pobreza, la carencia de servicios y la ausencia de garantías individuales. El 4 de noviembre de 2007, cuando tenía 27 años de edad, competí para ser presidenta municipal de Santa María Quiegolani (no se cuenta con reglamentación. El ayuntamiento se integra por un presidente, un síndico y cuatro regidores; un secretario y agentes). Mi sueño estaba a punto de convertirse en realidad, traía el apoyo de mi comunidad, pero cuando la mayoría de los hombres de mi pueblo me estaba eligiendo en una Asamblea Comunitaria, los caciques me arrebataron ese derecho con el argumento de “ser mujer y profesionista”. Con la injusticia en los labios anularon la elección para evitar que una mujer se convirtiera en la primera presidenta.
— La Constitución garantiza la igualdad de todos los habitantes y proscribe la discriminación por motivos de sexo; incluso reconoce la autonomía de los pueblos indígenas, pero garantiza la participación de las mujeres en condiciones de equidad frente a los varones. A pesar de ello, ¿los usos y costumbres están por encima de la Constitución?
— Así es. El entonces presidente municipal, Saúl Cruz Vázquez, me dijo que no tenía derecho porque era vieja y profesionista, él fue quien dejó como sucesor a Eloy Mendoza. Los que mandan en los municipios de usos y costumbres están en mi contra, en éstos hay leyes no escritas, son derechos consuetudinarios, en donde las reglas las hacen quienes están en el poder, violando la Constitución y utilizando los usos y costumbres para enriquecerse o continuar en el poder. El día de la elección tenía muchas posibilidades de ganar. Las papeletas acabaron en la basura.

— ¿Denunciaste el hecho?
— Por diversos medios traté de impedir que se consumara ese atropello. Recurrí al Instituto Estatal Electoral de Oaxaca, al Congreso del Estado y alcé la voz ante la sociedad oaxaqueña. La respuesta fue una sola por parte de las autoridades: “En el catálogo de usos y costumbres no existe la palabra mujer y, por lo tanto, no tienes ningún derecho”. El agravio se consumó cuando la autoridad estatal dio posesión al nuevo presidente impuesto de manera ilegal y violenta por el cacique del pueblo.

— ¿Cuáles fueron las consecuencias por enfrentarte a los usos y costumbres?
— Tuve mucho miedo, pero desde niña aprendí a vivir con él. Lucho por denunciar este caso para crear conciencia de respeto y reconocimiento a los derechos de las mujeres en las comunidades indígenas de Oaxaca y de México. He sido víctima de muchos atentados y amenazas: trataron de sacarme de la carretera hacia el barranco cuando viajaba a la capital del Estado, me expulsaron y me desconocieron como ciudadana en Santa María Quiegolani; me calificaron como la “loca” y la “rebelde del pueblo” por denunciar los hechos.

Yo no quiero que las mujeres vivan lo que pasé, por eso el caso está en el Tribunal Federal Electoral. Esto tiene que evolucionar. Hay una línea tan delgada entre los usos y costumbres y hasta dónde puede entrar la Constitución para evitar que se violen los derechos humanos y políticos. No estoy contra la autonomía de los pueblos indígenas, pero cuando los usos y costumbres violan los derechos de una niña o una mujer debe entrar la Constitución. Esto no lo han entendido muchos sectores. Nuestra lucha no es de mujeres contra hombres, es contra los cacicazgos.

ACECHO POLÍTICO

Hay pocas denuncias públicas por la violación de los derechos políticos de indígenas. En los últimos años, los casos paradigmáticos se centralizan en Oaxaca: Tomasa de León renunció a la alcaldía de Santiago Yolomécatl, tras la presión de hombres de la comunidad, mientras que Lupita Ávila, candidata a la presidencia municipal de San José Estancia Grande, fue asesinada por el primer edil, Cándido Palacios Noyola, luego de intentar denunciar anomalías de la administración que estaba por concluir.
El homicida continúa prófugo.

Entre enero de 1996 y octubre de 2008, de los cuatro mil 235 juicios para la protección de los derechos político-electorales resueltos por la Sala Superior del Tribunal Federal Electoral (Trife), 37% fue promovido por mujeres, confirma la Coordinación de Jurisprudencia y Estadística. Destacan las violaciones por el derecho a votar y ser votada, negar la entrega de la credencial de elector, no aparecer en la lista nominal, impedir el acceso a un cargo de elección popular o a participar en la contienda electoral y la prevalencia del sistema de usos y costumbres.
A la mayoría, el Trife le concedió la razón.

REFORMAS
En 2001 se modificó la Constitución Política. En el Artículo Segundo se consagra el carácter pluricultural de la Nación, así como el respeto a las garantías individuales, los derechos humanos y la dignidad e integridad de hombres y mujeres indígenas. En 2005, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el Instituto Federal Electoral (IFE) realizaron un trabajo conjunto para la creación de 28 Distritos Electorales Uninominales, con una integración de 40% o más de población indígena. El propósito: tener mayor representación en el Congreso de la Unión.

Si bien la plena participación de indígenas en la política nacional es un reto, señala Prisciliano Jiménez Rosales, titular de la Unidad de Planeación y Consulta de la CDI, representa más la participación de las mujeres, que enfrentan obstáculos y desventajas acumuladas por su condición de género.

DISPARIDAD

En el ámbito nacional la igualdad es lejana. Las elecciones del pasado 5 de julio reflejan un estancamiento en la participación política de las mujeres. En la Cámara de Diputados, 300 lugares se asignarán por la votación directa y 200 por la representación proporcional. De los primeros, las mujeres ganaron 52 espacios, es decir, 17%, un porcentaje lejano a las aspiraciones de paridad plasmadas en la pasada Reforma Electoral de 2008. Y es que sólo aumentó 1% con respecto a los resultados del proceso 2006, en el que se eligieron 49 mujeres por la misma vía (16%). Los partidos políticos continúan sin respetar las Cuotas de Género del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), con respecto al 60-40 de la participación.

En otra arista, sólo hay dos mujeres en las secretarías del Gobierno federal, de alrededor de una veintena de funcionarios que integran el gabinete de Felipe Calderón; dos gobernadoras, de 32, y en las presidencias municipales (alrededor de dos mil 500 en el país) alcanzan 4.6% de participación. Sin embargo, en zonas indígenas la mujer prácticamente no existe en la administración pública.

En el pasado proceso electoral federal, las mujeres representaron 51.75% del listado nominal.



CUARTA PARTE

Informe especial sin precedente

— La Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió un informe especial por el atropello a tus derechos tras la elección en Santa María Quiegolani. ¿En qué sentido va dirigido?
— Me motiva y enorgullece el informe especial (expediente CNDH/4/2008/70/Q, publicado el 5 de marzo de 2008), en el cual se reconoce esta flagrante violación a los derechos humanos de las mujeres y se exhorta a las autoridades de Oaxaca y de México a reformar sus leyes para dar amparo a los derechos políticos de indígenas. Se debe transformar esta realidad que afecta a uno de cada cinco municipios de Oaxaca, en donde la palabra “mujer” no encuentra un lugar de reconocimiento, justicia y dignidad —la CNDH subrayó que estos hechos violatorios se extienden a otras comunidades en el país—.

Gracias a esta lucha, en Oaxaca fue aprobada en el Congreso una reforma a la Constitución del Estado, en el Artículo 25, donde dice que “en todo Oaxaca, la mujer tendrá su derecho de votar y ser votada y su inobservancia será sancionada”. En abril de 2008 acudí ante el Congreso de la Unión para exponer esta causa y proponer una reforma que encienda de una vez y para siempre este faro de esperanza en cada rincón de México, en el que hay más de 10 millones de indígenas, y de éstos la mitad son mujeres.

— ¿Cuándo será la prueba de fuego para saber si la reforma constitucional en Oaxaca evitará que se repita tu historia?

— Ya está vigente la reforma. El reto será en noviembre de 2010, cuando habrá elecciones internas en Oaxaca. En ningún municipio podrán decir que la mujer no tiene derecho a votar y ser votada.

— ¿Competirás por un cargo público?
— No por ahora, ya conseguí lo que buscaba: poner el tema de la mujer. Me gustaría ver a otras mujeres decidiendo quién nos gobernará en los pueblos indígenas y ver a otras encabezando las presidencias municipales o como legisladoras.
— ¿Entonces no tienes aspiraciones políticas?
— Hoy no aspiro a ningún cargo, me siento libre, hago lo que se me pega la gana. Todos los partidos me ofrecieron candidaturas por la libre, por la vía plurinominal, para una diputación federal en Oaxaca en las elecciones del (pasado) 5 de julio, pero no se trata de eso. Sé que es la máxima tribuna para cualquier ciudadano mexicano, pero para poder hacer eso primero necesito educar a mi gente; necesito sembrar, que cada mujer haga valer sus derechos, que no tenga miedo. En estas comunidades te quitan todo si no haces lo que te ordenan. A través de Quiego pretendo dar ese mensaje. Si algún día Dios me da la oportunidad de representar a mi comunidad qué bueno, y si no, habrá otras mujeres.

— ¿Trabajas en el Gobierno federal, específicamente en la Secretaría de Desarrollo Social?
— No es así. Hoy me cuida la Policía federal, parece que soy delincuente, pero es porque la Comisión Nacional de los Derechos Humanos dictó medidas cautelares tras los atentados y amenazas que tuve en mi comunidad. Actualmente estudio leyes en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), se me volvió un reto porque en nuestra lucha ningún abogado quiso llevar el caso “para no atentar contra el sistema”. Y la verdad es que acepté dar conferencias en la Sedesol para mantenerme y terminar mi segunda carrera, pero también acudo a otros foros en donde me invitan; he participado en varios en México y en el extranjero.

Un día me topé con un hombre: Ernesto Cordero Arroyo [titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol)], quien sin todavía colaborar con la sociedad me dijo unas palabras que jamás olvidaré: “Déjame caminar al lado tuyo, permíteme ayudar, no estorbar”. En ningún momento me dijo: “Te ayudo, pero a cambio me das esto”. Después comencé a dar pláticas con funcionarios sobre la deuda que se tiene en México con los pobres, con la intención de que conozcan por qué se creó la Sedesol. Ello no me quita la libertad para expresar lo que pienso y de seguir en mi lucha. Me invitan a los foros y me pagan por evento, pero no soy funcionaria, no tengo compromisos con el Gobierno y lo puedo demostrar.
— ¿Cómo?


— En Oaxaca, luego de las elecciones en Santa María Quiegolani, de consuelo me ofrecieron ser regidora, pero renuncié al cargo por la dignidad femenina; también renuncié a la dependencia de Educación en el Gobierno de Oaxaca; preferí mi lucha. Incluso, el Gobierno federal me propuso el año pasado representar a México en las Naciones Unidas, y no acepté porque era dejar todo a la mitad cuando apenas estaba comenzando en Quiego.
— ¿No te gustaría que tu lucha se consolidara siendo gobernadora de Oaxaca?

— Como gobernadora no, pero sí quiero que llegue una mujer a ser gobernadora de Oaxaca. Mi gente es muy noble, pero hay mucho miedo, muchas amenazas. Las mujeres ni siquiera tienen derecho a decidir cuántos hijos van a tener ni a ir al centro de salud. Sueño con la construcción de un albergue grande en la capital para que lleguen niñas y mujeres que huyen como yo, que no quieren el destino al que están sentenciadas. Quiero ayudar a mi gente, que nazcan otras Eufrosinas y construyan albergues en otros estados. Estoy segura que eso pasará.

— ¿Ya no has regresado a tu pueblo?
— Pese a las amenazas, por supuesto que sí. En el pueblo soy “la china” o “la contadora”, así me dicen de cariño. Otros me dicen la “indígena light”, porque afirman que ya no soy de Santa María Quiegolani. Sin embargo, para ser indígena no tienes que traer el atuendo original, eso se lleva por dentro, en las facciones se expresa. Soy la única mujer que se sienta en la mesa de la mayordomía de las fiestas del pueblo a tomar mezcal con los hombres, así aprendí a comunicarme con ellos, tomando. Y no es de un poquito y espérame; en el mismo vaso se reparte para todos, tomas un poquito…  pa’ dentro, pa’ dentro y pa’ dentro. Aprendí a tomar como ellos, sé aguantar, pero no me gusta el vino, la cerveza ni el mezcal; tampoco fumo, que quede claro. Tomo mezcal para entenderme con los hombres de mi pueblo. Algunos me dieron la oportunidad de entrar a su mundo, es como entrar a las reuniones de mujeres de la alta sociedad. En el pueblo tengo el apoyo de habitantes, me dicen: “Tú eres nuestra esperanza, no te agüites. Estamos en tu lucha”.

— Siempre cargas con flores de alcatraz, ¿por qué las utilizas como símbolo de tu rebelión?
— Quien las acepta y las porta se une a esta gran cadena de manos hacia la justicia de los indígenas. Al alcatraz le llamamos “cartuchos” en el pueblo, pero nadie les hace caso, sólo toman en cuenta a las gladiolas o a las rosas porque están más bonitas. Hay mucho desprecio hacia esa flor, que nace de forma natural en el pueblo, pero cuando no hay nada más se toma en cuenta. Así nos sentimos las mujeres de nuestra comunidad, no existimos en las decisiones importantes. Y para los políticos sólo existimos en elecciones de diputados, senadores, para gobernador y Presidente de la República, que es donde se aprovechan de nuestra credencial de elector. Ahí sí se puede trastocar la autonomía de las comunidades indígenas, ahí los “animales rupestres” vamos a votar. Por eso decidimos que la lucha fuera representada por una flor. No estamos transgrediendo los derechos de los hombres o los usos y costumbres, simplemente es una lucha como esa flor blanca, noble y justa que es capaz de convencer a quien es capaz de entregársele. Quien acepta esa flor está arriesgando por las mujeres. Nuestra rebelión no es pelear, tapar carreteras, pintar edificios o insultar, sino que con una flor sensibilizamos y educamos para el progreso de nuestras comunidades.

POBLACIÓN INDÍGENA:
En México hay más de 10 millones de indígenas: aproximadamente 9.8% de la población. Los estados que registran la mayor concentración son Oaxaca (1.6 millones) y Chiapas (1.2 millones), seguidos por Yucatán, Veracruz y Puebla (con más de 900 mil indígenas cada uno).

LAS VIOLACIONES:
En el impedimento para que Eufrosina fuera presidenta municipal de Santa María Quiegolani, la Comisión Nacional de Derechos Humanos encontró violaciones a sus derechos, de acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la Constitución Política de Oaxaca, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Interamericana sobre Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer y la Convención sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la Mujer.

RECONOCIMIENTO:

El 3 de octubre de 2008, Eufrosina recibió el Premio Nacional de la Juventud en la categoría “Aportación a la Cultura Política y a la Democracia”. En la ceremonia la acompañaron sus padres, que cumplieron el sueño de conocer la capital del país. La premiada hizo un exhorto a las autoridades federales y estatales: “Este galardón representa para las mujeres y los hombres de mi comunidad un aliciente a seguir alzando la voz para evitar la discriminación, y que llegue el progreso en educación, salud, bienestar social, libertad e igualdad de circunstancias. Ayúdennos a que cientos de comunidades indígenas de Oaxaca y México despierten y que las mujeres no sólo seamos una palabra más, sino ciudadanas que contribuyan a la transformación de este país”.
La rebelión en comunidades indígenas se llama Eufrosina Cruz. La rebelión de los alcatraces está en marcha.

FRASES

En México hay una deficiente información que impide establecer cuántos hombres y mujeres ocupan cargos y puestos de poder y representación políticos en zonas indígenas. El Instituto Federal Electoral, el principal responsable.

Por: Mario Alejandro Muñoz de Loza

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