Matt Dillon y su mundo

GUADALAJARA, JALISCO.- “Todos somos actores por dentro, por ejemplo, cuando yo veo a alguien que me cae mal, puedo fingir que me agrada, aunque por dentro deseo que se vaya de una vez”. Este y otro tipos de “perlas de sabiduría” han convertido a Matt Dillon en un favorito de Hollywood. Uno de esos histriones que no tienen miedo a decirle “sí” a un proyecto que pinta demasiado alternativo y poco comercial ó “no” a otros donde predomina la parafernalia barata pero la taquilla segura. Y con esa actitud desenfadada, que lo mismo le da para bromear con la traductora de sus respuestas que para detener a los fotógrafos porque le molesta el flash, es que llegó al Festival de Cine ayer para recibir el Premio Guadalajara gracias a su brillante y arriesgada trayectoria.

El currículo de Dillon toca de lado a lado los espectros de la actuación. Se mete en lo más denso con cintas como la multipremiada Crash, o puede darse el lujo de jugar con la imagen de un galán fracasado,tal y como lo encarnó en Loco por Mary. Esa misma actitud la demostró en el encuentro con los medios que sostuvo ayer por la tarde, donde contó anécdotas, reveló sus manías y explicó que a “flor de piel” o muy por dentro, todos somos actores, aunque no queramos.

Unido a Guadalajara

Lo primero que sorprende de Matt Dillon es que sí, en efecto, el ya conoce Guadalajara. “Vine hace como ocho años mientras estaba editando una película. Tenía mucho interés en conocer a la que llamaban la 'ciudad más mexicana de México'”.

Y vaya que la conoció. Dillon dice que se paseo por el Centro de la ciudad, se subió al camión y claro, visitó varias cantinas. Relata sus vivencias en la Perla Tapatía como un niño cuenta como le fue de campamento, lo cierto es que a partir de esa experiencia, Matt no ha dejado de mirar hacia México. “Se vive un momento interesante en la cinematografía de este país -dice- aunque no he visto todo lo que hubiera querido. La última que recuerdo fue Sin nombre, y me gustó mucho”.

El actor también se acuerda de otro histrión que lo impresionó: Diego Luna. “Es un actor muy natural, y eso es algo difícil de encontrar en todo el mundo. Empatiza muy fácil en la pantalla y con la gente”.

Empapado de la cultura latina, con la cuál está en contacto incluso en Estados Unidos, el astro cinematográfico asegura que en estos días quiere hacer la mayor cantidad de contactos posibles con cineastas de la región.

Facetas secretas

Si hay algo que disfruta Matt Dillon, es sentarse cómodamente en la silla de director. “Pero en Hollywood todos dicen que quieren ser directores, es como un chiste común. Pero si hay algo que extraño mucho cuando estoy actuando, es dirigir”.

Dillon califica la dirección “como el mejor y el peor trabajo del mundo”. Es el mejor, dice, “porque tienes el control de la película”. Pero lo malo es que “hay una enorme presión. Los productores te aman cuando actúas, te hacen 'la barba'. Sin embargo, en cuando te conviertes en director, te miran con otros ojos, como pensando 'tu eres el tipo que se está acabando el presupuesto y destruyendo mi historia' (risas)”.

Algo que le interesa al actor es la búsqueda de eso que se llama “actores natos”: “Es muy satisfactorio saber que hay gente que sin estudiar nada de teoría o haber tomado clases de ningún tipo son extraordinarios actores, les tengo envidia (risas)”.

Y vuelve al principio, al afirmar: “Todos, por dentro, somos grandes actores. Vean a los abogados y díganme si no (risas)”.

Por cierto

Dillon ofrecerá hoy una Master class, o charla, frente a varios amantes del cine, en el marco del Talent Campus. “Nunca en mi vida he dado clases de nada”, confiesa el actor, “así que me intriga saber como resultará todo. Será una experiencia interesante.